El impacto del principio de paridad y Kamala Harris, en el tema de la mujer en la política.
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Por Lic. Sarahí Franklyn Andeola
Esta semana, sin duda alguna se percibe un mejor panorama para la mujer en la política, ya que tuvieron lugar sucesos importantes, que sin duda marcarán la historia positivamente.
El 6 de noviembre, para asegurar la participación real y efectiva de mujeres en las elecciones locales del próximo año, se aprobó por el Consejo General del Instituto Nacional Electoral (INE) el acuerdo mediante el cual se establecen lineamientos para lograr la paridad de género en las candidaturas a los gobiernos estatales y que los partidos políticos atiendan a que 7 de las 15 gubernaturas que se renovarán en 2021 deberán recaer en mujeres. No faltaron quienes se posicionaron en contra argumentando el típico comentario cuando se trata de derechos en pro de la mujer, asegurando que, a pesar de compartir el interés de atender la desigualdad de las mujeres no compartían la forma. Por otro lado, la Consejera Ravel aseguró que “los criterios contenidos en este proyecto sientan las bases para combatir prácticas discriminatorias e incorporar efectivamente a las mujeres en todos los espacios. Reconocerlas como sujetas políticas significa que puedan participar en igualdad de condiciones, tanto en los espacios de toma de decisiones como en la vida pública en general”. Y es que muchas personas no se dan cuenta de que la desigualdad es tal, que por ejemplo en EEUU, el país progresista, de los sueños y las oportunidades, tuvieron que pasar 100 años para que una mujer llegara a ser vicepresidenta, imagínense en México cuánto tiempo tiene que pasar para que la paridad sea una realidad, sin esas “formas” que tanto critican.
El 7 de noviembre por la noche con gran emoción sintonicé un noticiero donde transmitieron el primer mensaje de la fórmula ganadora de la presidencia de EEUU. Para mi sorpresa, Kamala Harris iniciaría en el micrófono, mi sonrisa se hizo más grande aún. Escuchar a la primera mujer en ocupar la vicepresidencia, me tenía con gran expectativa y más después de derrocar a un presidente populista, misógino y xenófobo, que supuestamente representaba a los valores humanistas.
Harris inició su discurso aún sin hablar. De pronto se escuchó de fondo la canción “Work that” de Mary J. Blige, un mensaje contra el racismo al ritmo de R&B/soul. Saludando en alto, a paso lento pero firme, Harris apareció en el escenario vestida de blanco, un traje que supone todo un guiño al movimiento feminista y a la lucha de las sufragistas por conseguir el voto para la mujer que ha cumplido este verano 100 años. Aún no se quitaba el cubrebocas y ya su mensaje estaba haciendo un parteaguas esperanzador en el tema de la mujer en la política.
Sus primeras palabras continuaron su prédica “La democracia de Estados Unidos no está garantizada. Es tan fuerte como nuestra voluntad de luchar por ella, de protegerla y de nunca darla por hecha”. En ese sentido, Kamala continuó agradeciendo a las mujeres que lucharon y se sacrificaron por la igualdad, la libertad y la justicia para todos, por sus derechos y por el voto antes que ella y que allanaron el camino para que se convirtiera en la primera mujer en ocupar el segundo puesto más importante del país. También se dirigió a las jóvenes “sueñen con ambición, lideren con convicción, y atrévanse a mirarse a sí mismos de una forma en la que otros no les han visto, simplemente porque nunca lo han visto antes». Asegurando que, si bien es la primera en ese cargo, no será la última.
Por un lado es sumamente emocionante que llegue finalmente una mujer a la oficina del país más influyente del mundo y no para servir el café o tomar dictado, si no para tomar decisiones; pero por otro lado, estoy convencida de la necesidad de impulsar los principios de paridad para que no deban pasar otros 100 años en ocupar la silla presidencial, no solo de EEUU si no de México y otros países.